divendres, 3 de maig del 2019

Las lágrimas | Pascal Quignard



Pascal Quignard
Las lágrimas
Traducció al castellà de Silvio Mattoni
Sexto piso, 2019
Fitxa del llibre i primeres planes


Tampoc parlaré d'aquest llibre.


pàgines 51-52

SOBRE LAS MEJILLAS, LAS OREJAS Y LAS SEDAS DEL AMOR

El gobernador de Barcelona, que se llamaba Sulayman ben Al-Arabí, decidió abandonar el Bilad al-Ifrang (el país de los francos).
Sar cantó enseguida este canto sobre el amor:
- Comienza con miradas más frecuentes.
Un día unos dedos se atreven, de manera circunspecta, lenta, tímida, furtiva, muda, por un segundo, a posarse en el antebrazo del otro cuerpo que se encuentra frente a los ojos.
Otro día, la palma de la mano forma como una funda que se cierra sobre el dorso de la mano que mira
y la mano, debajo de la mano, no se retira.
Los cuerpos de repente están más cerca de manera misteriosa, de golpe, sin que se acercaran de ninguna manera.
Un día, parecen cercanos para siempre, sin que hayan necesitado moverse.
Después la boca llega más cerca de la oreja a la que se le quiere decir todo.
La boca se introduce entre los cabellos negros y rojos en donde va a susurrar.
Los labios se mezclan con una especie de seda pero evitan tocar ese extraño caracol.
Un día, al fin, la mirada se demora en una parte del cuerpo que vale por todas las partes del cuerpo.
Ese día es el único día en el que hay amor.
Ese día las ropas pesan.
Ese día el cuerpo tiene tanto calor que parece abrasado. Un agua anima el fondo de los ojos. Un rubor sube de abajo de las piernas y bordea el vientre, atraviesa el ombligo, llega al torso, alcanza los senos que tensa y sube hasta la mirada a la que agranda. La voz se torna baja. Las muñecas se quitan las mangas, los dedos avanzan en el aire que se desliza entre los cuerpos, desatan los nudos, sacan broches, desprenden botones, abren, acarician. Toman lo que es dulce.


pàgines 83-84

Fue entonces, el viernes 14 de febrero de 842, al final de la mañana, en medio del frío, cuando una extraña bruma se alza de sus labios.
Llaman a eso el francés.
Nithard fue el primero que escribió el francés.

Los hoy conocidos como "juramentos de Estrasburgo" eran llamados `por los obispos y los abades, en lengua latina, los "sacramentos de Argentaria".
El mismo Nithard aclara, en su Historia, que la ciudad de Argentaria, asentada sobre el río Ill, "ahora es llamada por la mayoría de sus habitantes Estrasburgo" (nunc Strazburg vulgo dicitur).

Raras son las sociedades que conocen el instante de vuelco de lo simbólico: la fecha de nacimiento de su lengua, las circunstancias, el lugar, el clima que había.
El azar de un origen.
Hay algo milagroso en poder observar el cifrado. Es poder contemplar el momento loco de la transferencia literal. Asistimos al desarreglo, que engendra el nuevo reino simbólico al que entroniza de golpe. No hay una media lengua: un aliento humano en el aire frío cambia de lengua. Tocamos el vacío: la pura contingencia. Tan contingente como la sustitución de la denominación "Argentaria" por la palabra "Strazburg" resulta imprevisible la mutación del "latín" al "francés".


pàgina 108

Es una especie de negrura.
El primer libro en que se escribió nuestra lengua es el primer libro quemado de nuestra lengua.
Porque Nithard siempre tuvo miedo del Wolfzeit y, por tal motivo, los cuatro bellísimos libros que redactó, con la ansiedad de la descomposición del tiempo, fueron concebidos a partir de los eclipses de sol.


pàgina 120

No se sabe cuál fue el final de Frater Lucius. Desapareció. En el libro de los registros de la abadía de Sant-Riquier está escrito que el Hermano Lucius se perdió en el bosque. ¿Fue devorado por un animal? ¿Destripado por una osa? ¿Asesinado por un lobo? ¿Se fugó por haber sentido aversión contra el duque de la Francia marítima que se llamaba Angilberto, o bien acosado por su fantasma? Una de las últimas cosas que se recuerdan de él es una frase referida por un viejo pajarero a quien le enseñaba las letras, en su celda, al final de sus días:
-Al término de su vida, Frater Lucius había constatado que los humanos que no amaban a los gatos sentía todos, sin excepción, aversión por la libertad.


pàgines 132-133

Esos hombres no eran sombras: procedían de la sombra.
El silencio que a veces los rodeaba como una especie de aura que circula alrededor de nubes de tormenta,
o como una especie de nimbo alrededor de los rostros de los santos,
o como una especie de círculo de oro alrededor de los cabellos de los dioses,
o como una especie de nube de luz alrededor de las cumbres de las montañas,
tenía su fuente en ese otro mundo sin luz, sin vacío, fluido, continuo. Por tal motivo, ese silencio anterior no podía transportarse a este mundo de luz sin perecer.
Porque la luz no alberga la sombra, dado que la ilumina.
Más aún, al emitir su claridad, la luz extermina la sombra.
De igual manera, los que hablan no albergan nunca el silencio, puesto que lo rompen.

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