ALLEGRO
Toco Haydn después de un día negro
y siento un sencillo calor en las manos.
Las teclas quieren. Golpean suaves martillos.
El tono es verde, vivaz y calmo.
El tono dice que hay libertad
y que alguien no paga impuesto al César.
Meto las manos en mis bolsillos Haydn
y finjo ser alguien que ve tranquilamente el mundo.
Izo la bandera Haydn -significa:
"no nos rendimos. Pero queremos paz".
La música es una casa de cristal en la ladera
donde vuelan las piedras, donde las piedras ruedan.
Y ruedan las piedras y la atraviesan
pero cada ventana queda intacta.
Diu l'editorial:
Tomas Tranströmer es uno de los escritores fundamentales para entender la poesía del siglo xx. Pocos poetas han conseguido crear una voz tan personal y reconocible como este maravilloso escritor sueco. En 2010 publicamos una antología, El cielo a medio hacer, que recogía gran parte de su obra poética, así como su autobiografía. Deshielo a mediodía recopila el resto de su obra.
En estos poemas, que recorren toda la trayectoria del poeta desde su primer libro, 17 poemas, de 1954, a la síntesis de sus últimos haikus escritos en 2004, nos encontramos con la naturaleza, presente en gran parte de la poesía nórdica, y con su incomparable inventario de metáforas. Especialmente emocionantes son los poemas en los que aparece la música, su gran pasión.
Este libro incluye también el grupo de haikus Prisión, escrito en 1959, inédito hasta hace unos pocos años, así como los haikus de El gran enigma. Para Nórdica es un privilegio publicar la obra completa de un poeta de la importancia de Tranströmer.
Primeres planes
Del mateix poeta a aquest bloc: El cielo a medio hacer
BREVE PAUSA EN EL CONCIERTO DE ÓRGANO
El órgano cesa de tocar y hay un silencio mortal en la iglesia,
pero solo durante un par de segundos.
Entonces atraviesa el leve rumor del tráfico
de afuera, el gran órgano.
Sí, estamos rodeados del murmullo del tráfico que anda
alrededor de las paredes de la catedral.
El mundo exterior resbala como un filme transparente
y con sombras que luchan en pianissimo.
Como incluido entre los ruidos de la calle, escucho uno
de mis latidos golpear el silencio;
oigo mi sangre circular, la cascada oculta
dentro de mí, con la que ando a cuestas,
y tan cerca como mi sangre y tan lejos como
un recuerdo de los cuatro años,
escucho el camión de carga que pasa y hace temblar
los muros de seiscientos años.
He aquí lo más opuesto posible a un abrazo de madre;
sin embargo, ahora soy precisamente un niño que,
oye a los adultos hablar lejos; las voces de los ganadores
y de los perdedores se mezclan.
En los bancos azules hay una pequeña reunión.
Y las columnas se alzan como extraños árboles:
sin raíces (solo el suelo es común) y sin
copa (solo el techo es común).
Vuelvo a vivir un sueño. Estoy solo en un cementerio.
Por todos los lados relapaguea
hasta donde la vista alcanza. ¿A qué espero? A un amigo.
¿Por qué no viene? Él ya ha llegado.
Lentamente, la muerte destornilla la luz desde abajo, del suelo.
El prado brilla, cada vez más violeta
-no, es un color que nadie ha visto... hasta que la luz pálida
de la mañana silba a través de los párpados
y no despierto en el inconmovible quizás que
me lleva por el mundo vacilante.
Y cada imagen abstracta del mundo es tan imposible como
dibujar una tormenta.
En casa estaba el sabelotodo. La Enciclopedia, un metro en
la biblioteca; he aprendido a leerla.
Pero cada persona tiene escrita su propia enciclopedia,
ella crece en cada alma,
se escribe del nacimiento hacia adelante, los cientos de miles
de páginas apretadas la una contra la otra
-¡y sin embargo hay aire entre ellas!- como las hojas que
tiemblan en un bosque. Libro de las contradicciones.
Lo que está allí cambia a cada instante, las imágenes se retocan a
sí mismas, centellean las palabras.
Un torrente de ellas marcha por todo el texto, seguido de
la próxima ola, y la próxima...
Tomas Tranströmer