dijous, 2 de febrer del 2012

Radiaciones. Diarios de la Segunda Guerra Mundial. Vol.2. Ernst JÜNGER (Fragments)


Ernst JÜNGER
Radiaciones. Diarios de la Segunda Guerra Mundial.
Memorias- Vol.2
Traducción de Andrés Sánchez Pascual
Editorial Tusquets.










Saint-Dié, 28 de agosto de 1944

La vida se asemeja a una caña de bambú, la cual va formando nudos de manera rítmica y con ello refuerza su solidez. Siempre vuelve a haber así tiempos en los que se concentra en plenitud de sentido el progreso puramente cronológico, el ir haciéndonos mayores. Son cumpleaños en un sentido superior, maduraciones frente al mero envejecimiento. Al morir vuelve a anudarse el sentido de la vida, antes de la fructificación que es la eternidad.
(...)

Kirchhorst, 14 de enero de 1945

El dolor es como una lluvia, que primero cae en tromba y luego va calando lentamente la tierra. El espíritu no lo capta de una vez.
El dormir me hace bien; inmediatamente después de despertarme vuelve el dolor a ocupar su lugar.
Nos alzamos como acantilados en el silencioso oleaje de la eternidad.
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Kirchhorst, 28 de abril de 1945

Enjambres de rusos han acampado en las granjas donde han desaparecido o están en cautiverio los varones; matan cada día una res y organizan comilonas como los pretendientes de Penélope. Se los ve de pie junto a las vallas, tomando el sol; tienen unos pómulos enormes y una piel que, a consecuencia de las francachelas, florece como terciopelo puro.
Eso arroja luz sobre la naturaleza irrisoria del mundo del terror.
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Kirchhorst, 9 de mayo de 1945

Las carreteras siguen abarrotadas de millones y millones de seres humanos errantes, de la calamidad de una migración de pueblos inimaginable.
Tenemos hospedada en casa a una joven berlinesa; ha perdido todo en los saqueos y, vestida con un pantalón de soldado y una ligera blusa, marcha a pie en busca de una amiga.
Todos los parientes, todos los conocidos habrán de ser redescubiertos, habrán de resucitar del mundo de escombros.
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Kirchhorst, 15 de julio de 1945

Nos sonreímos de los sueños de nuestros años infantiles, en los cuales queríamos llegar a ser maquinistas de tren, y nos sonreímos también, a cada decenio que pasa, de los castillos encantados que la fantasía ha construido engañosamente para nosotros en el decenio precedente. El curso de la vida va precedido de sueños de felicidad que son como espejismos en el polvo del desierto.
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Kirchhorst, 24 de julio de 1945

Nunca dejarán de ser un consuelo los libros, cual naves ligeras y fiables para realizar viajes por el tiempo y por el espacio y más allá.
Mientras se tenga un libro a mano y ocio para leer, ninguna situación podrá ser desesperada, carecer completamente de libertad.
(...)

Kirchhorst, 24 de noviembre de 1945

En esos momentos de nuestra vida en que se enseñorean de nosotros las cosas tristes, grises, el odio del mundo, en esos momentos dormir se convierte en un consuelo, en un palacio de imágenes al que bajamos.
En tales situaciones el despertar se revela como un dolor. Uno resbala hacia la consciencia como hacia una charnela cortante.
(...)

Kirchhorst, 2 de diciembre de 1948

Nuestra preocupación por los ausentes. Los pensamientos giran en torno a los guerreros, a los desaparecidos, a los prisioneros. Tal vez no nos lleguen nunca noticias de ellos, tal vez hasta varios años más tarde no nos enteremos de que cayeron en la guerra. Y nunca parecerá más fuerte el soplo de lo absurdo que cuando nos es preciso reconocer que estuvimos angustiándonos por una persona convertida en podre hacía ya tiempo. Pensábamos en ella como si estuviera viva. Hay algo maravilloso, sin embargo, en ese “como si”. Deberíamos pensar en cada muerto como si estuviera vivo, y en cada vivo, como si estuviera ya separado de nosotros por la muerte. Así nuestros deseos apuntan más alto, a la persona invulnerable."

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