Richard Ford
Canadá (Canada, 2012)
Traducció al castellà de
Jesús Zulaika.
Editorial Anagrama.
Barcelona 2013.
510 pàgines
24,90 Euros.
Richard Ford no és un escriptor com els
demés. Encara que es un narrador nord-americà i modern, tinc la sensació que la
seva forma d´escriure pertany a una altre època. Us he de confessar que la seva
nova novel·la m´ha costat llegir-la. “Canadà” és una obra de ritme lent i
reflexiu, a estones molt lent, fins al punt en el que les paraules acaben
constituint un gran mur de contenció. En el moment en el que aconsegueixes
superar-lo, el mur, assoleixes una alçada molt elevada, cosa que et dona una
perspectiva apassionant i única.
Ford ens mostra, en aquest llibre,
probablement un dels retrats més tristos i precisos de la soledat americana; i
dic bé, tristos. “Canadà” es una obra mestra, però de la tristesa, de la
desesperança. Vaig llegir l´article que li va dedicar la setmana passada en
Robert Saladrigues al Culturas de la Vanguardia. El senyor Saladrigues sosté
que Ford ha escrit un llibre “sec”, d´una sequedat excessiva. Jo dic sec i
trist.
El narrador, un home ja adult, ens
rememora com la seva vida va quedar abruptament trencada, fracturada, als
quinze anys, quan els seus pares van atracar un banc, a finals dels anys 50.
La fugida del
jove al Canadà obre la segona part de la historia. Allà, en aquell país, en el
fons tan desconegut pels nord-americans, començarà un nova vida amb tan sols
quinze anys.
Com ja he dit
abans, per a mi estem davant d´una obra mestra. Només cal llegir-la amb el cor
encongit.
Us adjunto un
fragment situat al bell mig de la novel·la, totalment il·lustratiu de tot el
que he dit.
“En su “Crónica de un
acto criminal cometido por una persona débil”, nuestra madre escribió como si
Berner y yo estuviéramos presentes y pudiéramos leer sus pensamientos en el
instante mismo en que los iba registrando, y fuéramos sus confidentes y nos
beneficiáramos de tales pensamientos. Su crónica representa para mí su voz más
verdadera, la que nosotros sus hijos nunca oímos y sin embargo la voz con la
que se hubiera expresado si alguna vez hubiera podido hacerlo cabalmente, sin
los límites que le había impuesto la vida. Esto mismo sin duda es cierto con
todos los padres y los hijos. Uno no conoce más que una parte del otro. Nuestra
madre no viviría mucho tiempo en la cárcel de Dakota del Norte. Y cualquiera
puede ver –suene o no a verdad lo que lee en ella- que cuando escribía esto
estaba empezando a derrumbarse.
Queridos míos:
Los dos habréis cruzado
ya una frontera nacional, lo cual no es lo mismo que recorrer una calle, ¿no es
cierto? Es un comienzo nuevo, aunque por supuesto no existe tal cosa como un
comienzo nuevo por completo. Se trata del mismo comienzo, pero emprendido bajo
una luz nueva. Yo lo sé todo acerca de esto. Pero vosotros dispondréis de una
nueva oportunidad allí en Canadá, y no se os mancillará más por culpa de
vuestro padre y mía. A nadie le importará de dónde venís ni lo que habéis
hecho. No llamaréis la atención en absoluto. Yo nunca he estado allí, pero es
un país que se parece mucho a los Estados Unidos. Lo cual es bueno.
Recuerdo las cataratas del Niágara: cómo
las contemplaba desde el otro lado cuando era una chica de viaje con sus
padres. Habéis visto esa foto. Sea lo que sea lo que separa a la gente, las
cataratas siguen allí (para mí, al menos). No sabemos distinguir con la
suficiente claridad, ¿sabéis?, entre cosas que parecen iguales pero son
distintas. Vosotros deberíais saber distinguirlas siempre. Oh, bueno. Vais a
disponer de montones de mañanas para pensar en todo esto. Nadie os dirá cómo
sentiros. Tú ya imaginas el mundo como su contrario, Dell. Me lo dijiste. Ésa
es tu fuerza. Y tú, Berner, tú tienes un sentido de lo extraordinario, así que
te las arreglarás bien. Mi padre cruzó muchas fronteras después de Polonia,
antes de llegar a Tacoma, en Washington. Siempre supo extraer autoridad de su
presente. Sin la menor duda.
He descubierto dentro de
mí una frialdad completamente nueva. No es malo encontrarte un lugar frío en el
corazón. Los artistas lo hacen. Puede que lo llamen de otra forma... ¿Fuerza?
¿Inteligencia? Antes rechazaba esa frialdad, por vuestro padre. O intentaba
rechazarla. No hago sino intentar seros de ayuda desde aquí, pero no estoy en
una situación muy favorable. Estoy segura de que lo comprenderéis...
He leído esta “carta”
muchas veces. Y cada vez que lo hago vuelvo a caer en la cuenta de que nunca
esperó volver a vernos a Berner y a mí. Sabía muy bien que aquél era, para
todos nosotros, el fin de la familia. Y eso es algo más que triste.”
Efectivament, és una obra per saborejar cara paràgraf.
ResponEliminasanti.
Eduard,
ResponEliminaJo he passat una setmana gaudint d'en Richard Ford. Trobo que és una novela més convencional que les altres que havia escrit, sobre tot "el periodista deportivo" i la resta de la trilogia d'en Bascombe. Aquí no utilitza aquest present que fa que sigui com un retrat de la vida absolutament quotidiana. Però, m'ha agradat molt. Si algú vol continuar una vida "canadenca", us recomano "La versió de Barney", també sobre Canadà, d'en Richler
Rafa.m
Rafa, totalment d´acord amb tú. Ford ha passat del present continu (propi del seu gran triptic) al preterit imperfecte a "Canadà".
ResponEliminaJo també he llegit "la versión de Barney" i em va encantar. En aquest blog hi trobaràs un article meu sobre l´obra de Mordecai Richler.