Frederick
Exley
Desventuras de un fanático del deporte
Desventuras de un fanático del deporte
(A Fan's notes. A Fictional Memoir, 1968)
Traducció al castellà de Antonio Prometeo-Moya
Editorial Duomo
Porto llegides unes cent pàgines.
Feia molts anys que no gaudia tant llegint una
novel·la.
Estem davant d'una obra escrita en estat de
gràcia.
El narrador, amb la identitat del propi autor,
Frederick Exley, mitjançant una prosa meravellosa i profundament trista, narra
les peripècies d'un home fracassat, marcat per la influència i traumàtica ombra
del seu pare, alcohòlic i atacat per crisis depressives i de bogeria. L'afició
al futbol (americà) el manté viu, encara que sigui de forma antisocial.
Escrit al 1968, Exley ens regala un del majors
retrats al·lucinats que s'han fet dels Estats Units.
El títol espanyol és un despropòsit, perquè dona
la impressió de ser una novel·la sobre l'esport, cosa totalment falsa. Exley
només utilitza el futbol com a metàfora i en cap cas és l'element central de la
narració, encara que estigui present en alguns moments. De fet l'original resa
com “A Fan's notes.” (que podríem
traduir com “Anotacions d'un fan”).
Dues coses fan d'aquesta novel·la una obra
excepcional: el sentit de l'humor i la humilitat del narrador. Ambdues coses
converteixen el text en una commovedora obra d'art.
No exagero. Estem davant d'un llibre excepcional.
Molt desconegut (ha tardat més de quaranta anys a ser traduït al castellà, cosa
realment increïble).
Feia, com deia abans, molts, molts anys que no era
tan feliç llegint un llibre.
Adjunto dos fragments, que donen fe del que he
escrit a dalt:
“La distancia era importante para mí. Durante mucho
tiempo había sido incapaz de conectar con mi ciudad natal con un mínimo de
sinceridad. Los amigos de otros tiempos se habían casado, tenían familia, se
habían encerrado en sí mismos, se habían
atrincherado detrás de sus bien cuidados jardines y sus blancas casas de
madera, sus simpáticos hijos, sus asexuadas y angustiadas esposas, mientras
ellos planeaban sus futuros movimientos para entrar en el Club Black river
Valley, la institución más venerable de la ciudad, sin preguntarse nunca a sí
mismos qué les quedaría ya si lo conseguían. Mis amigos y yo habíamos experimentado
todos los matices del bochorno y la vergüenza ajena. Se avergonzaban de mí
porque bebía demasiado, no era de fiar en cuestiones de deudas y costumbres
laborales y había sido «internado» muchas veces; y yo me avergonzaba porque se
avergonzaban ellos. Nunca nos deteníamos en la calle sin que se preocuparan por
mi salud con actitud paternalista y sin mirarme a la cara.
Con el tiempo, estos encuentros habían resultado tan penosos que cada vez que salía a la calle de día por obligación, iba con la vista fija en la acera y andaba con firmeza, a paso de carga, como si tuviera mucha prisa.
Con el tiempo, estos encuentros habían resultado tan penosos que cada vez que salía a la calle de día por obligación, iba con la vista fija en la acera y andaba con firmeza, a paso de carga, como si tuviera mucha prisa.
(...)
Todas las mañanas me ponía boca abajo, volvía las nalgas al techo y recibía la inyección correspondiente. Mientras la insulina quemaba el azúcar, la vida misma, de mi cuerpo, yo me quedaba alegremente acostado en espera de que me desaparecieran los sueños enervantes, las antiguas ofensas, las heridas inflingidas en el pasado; que desaparecían, como si nunca hubieran existido, todas las cosas que devastaban el alma y envejecían el cuerpo, que volvían la vista hacia dentro y pintaban la melancolía en la faz.(...) Yo había querido nada menos que imponerme profundamente en la mentalidad de mis compatriotas y ahora, de súbito, se me ocurría que era posible vivir no sólo sin fama, sino también sin un yo, vivir y morir sin haber tenido nunca la conciencia de los propios compañeros del espacio microscópico que ocupamos en el planeta. La idea casi me tiró al suelo.”
Eduard,
ResponEliminaA la cistella!
Quan va sortir, vaig veure alguna resenya, vaig pensar que podria agradar-me però me'n vaig oblidar i ja no vaig pensar-hi més...
Gràcies per recordar-m'ho!