divendres, 19 de juliol del 2013

En tránsito - II


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Ella y él tenían listas para todo: las mejores canciones, que habían escuchado en su vida, las peores, los libros más coñazo que habían leído, los nombres más ridículos para un perro, los mejores sitios para comer sushi en Madrid. A veces ella lo llamaba a su casa en horarios en que sabía que él no estaría allí y le contaba los sueños que había tenido la noche anterior y en los que la mayor parte de las veces aparecían recuerdos de su infancia pero a veces también olas enormes que arrastraban todo lo que encontraban a su paso. Él también tenía sueños, pero en ellos aparecían carreteras y mujeres desconocidas y hombres conocidos que lo desafiaban a competiciones absurdas en las que él participaba pero cuyo resultado nunca conseguía establecer porque todas las veces se despertaba antes de que la competencia hubiera concluido.

Una noche ella estaba tomando una copa con unas amigas y un hombre se acercó y le dijo: “Tienes algo”, y ella sonrió y le preguntó qué era ese algo, y el promotor respondió que era lo que tenían las grandes modelos cuando comenzaron, una cosa que no se podía explicar pero que era más o menos como si ellas fueran en ese momento un borrador de algo que permanecerá en el tiempo y podrás poner junto a las obras de Michelangelo o de Rembrandt y sacudirá las conciencias de los hombres y les convencerá de que en el mundo hay dolor pero también belleza. “Tú eres el dibujo hecho a borrador, apresuradamente; pero yo puedo entintarlo y agregarle los colores y convertirlo en otra cosa. ¿Quieres ser el borrador o el dibujo acabado?”, le preguntó el hombre. Esa noche ella se lo contó todo a él, apresuradamente, mientras su voz se torcía entre Madrid y Ámsterdam y en ella sonaban los truenos y los relámpagos, si es que los relámpagos suenan.

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Patricio Pron: En tránsito (La vida interior de las plantas de interior, Literatura Mondadori, 2013) amb il·lustracions per al bloc dels orfes d'elPac.

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