dimecres, 15 de setembre del 2010

Hotel room 1931


Mark Strand
Hopper
Traducción y prólogo de
Juan Antonio Montiel.
Lumen. Barcelona, 2008.

Un poeta frente a un pintor. Mark Strand explora con su palabra y su mirada las historias inquietantes que viven en los cuadros de Edward Hopper. En una cuidada edición ilustrada Lumen publica un asombroso ejercicio de hondura, estilo y sensibilidad de uno de los mejores poetas norteamericanos contemporáneos sobre las escenas de Hopper, tan sugerentes, tan susceptibles de desarrollos narrativos o poéticos.

Como en Rafael Alberti, al que ha traducido al inglés, en Strand la vocación pictórica es anterior al ejercicio poético. Es un nuevo ejemplo de las relaciones entre pintura y poesía, especialmente estrechas desde el Renacimiento.

Los cuadros de Hopper -escribe Strand- transcienden el mero parecido con la realidad de una época y transportan al espectador a un espacio virtual en el que la influencia de los sentimientos y la disposición de entregarse a ellos predominan. Mi lectura de ese espacio es el tema de este libro.

Un libro en el que el poeta traduce el misterio de la pintura de Hopper a palabras, se aproxima a las claves de lectura de unos cuadros con una clara voluntad narrativa en los que Strand reconoce su propio pasado e invita al lector a entrar en la atmósfera de la escena, a implicarse visualmente en esa pintura y a situarse, con el pintor y el poeta, en la frontera que marca el límite del yo y el mundo exterior.

Piglia ha sido uno de los últimos en recordar que todo relato contiene dos historias, una superficial y otra oculta. Y algo muy parecido ocurre en los cuadros de Hopper. A adentrarse en el fondo oscuro y misterioso de esas profundidades plásticas se dedica la mirada de Mark Strand, que busca su sentido simbólico y universal más allá de la anécdota.

La soledad de "Aves nocturnas", la siniestra premonición de "Gasolina", la serenidad paradójica de" Mar de fondo "o las formas intemporales de la luz detenida en la memoria en "Habitaciones junto al mar" son algunos de los ejes temáticos de esta pintura en la que conviven los interiores y el espacio abierto, el campo y la ciudad, la tristeza y el humor, la atmósfera sombría o la luminosidad más intensa.

Y el misterio. Ese algo más que parece ocultarse en cada cuadro de Hopper y en cada uno de sus personajes, sumidos en una mirada introspectiva abismada en el secreto, como la de la acomodadora del espléndido Cine de Nueva York.

Una mirada tan profunda y matizada como la de Strand es la mejor iluminación de ese misterio en un libro que es el lugar de reunión de la palabra y la mirada del pintor y el poeta, del lector y el espectador.

Santos Domínguez

2 comentaris:

  1. Sempre m'ha agradat molt aquest pintor, i penso que és cert tot el que diu Santos Domínguez a propòsit del llibre de Strand: darrere de l'anecdòta hi ha molta profunditat i molta poesia.
    A mi, els quadres de Hopper em transmeten una enorme sensació de solitud i d'anonimat.

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  2. Gràcies, Isabel. Hopper també és un dels pintors preferits per mi, i tinc llibres de la seua obra, però no sota el punt de vista d'un poeta. Segur que m'agradarà.

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