dimecres, 28 de març del 2012

Marcel Proust i Johannes Vermeer van Delft.

Marcel PROUST
En busca del tiempo perdido. V (La prisionera). 1925
À la recherche du temps perdu. V (La prisonnière). 1925
Editorial Lumen
Traductor Carlos Manzano










“Murió en las siguientes circunstancias: un ataque de auremia bastante ligero era el motivo de que le hubiesen prescrito reposo, pero, como un crítico había escrito que en la “Vista de Delft” de Vermeer (prestado por el museo de La Haya para una exposición holandesa), cuadro que adoraba y creía conocer muy bien, un pequeño lienzo de pared amarillo –que no recordaba- estaba tan bien pintado, que, si se lo miraba exclusivamente, era como una preciosa obra de arte china, de una belleza que se bastaría a sí misma, Bergotte comió unas patatas, salió de casa y entró en la exposición. Ya en los primeros escalones que hubo de subir, fue presa de mareos. Pasó por delante de varios cuadros y tuvo la impresión de la aridez y la inutilidad de una arte tan facticio y que no era comparable con las corrientes de aire y de sol de un “palazzo” de Venecia de una simple casa al borde del mar. Por fin, estuvo delante del Vermeer que recordaba más clamoroso, más diferente de todo lo que conocía, pero en el que, gracias al artículo del crítico, advirtió por primera vez unos pequeños personajes en azul y que la arena era rosada y, por último, la preciosa materia del pequeñísimo lienzo de pared amarillo. Sus mareos aumentaban; clavaba su mirada –como un niño en una mariposa amarilla que quiere atrapar- en el precioso liencito de pared. “Así debería haber escrito yo”, decía. “Mis últimos libros son demasiado secos, debería haber aplicado varias capas de color, haber vuelto las frases preciosas en sí mismas, como este liencito de pared amarillo.”

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