dimecres, 16 de març del 2011
En busca del tiempo perdido. Marcel Proust (Fragment)
En busca del tiempo perdido
La parte de Guermantes
(À la recherche du temps perdu.
Le Côte de Guermantes), 1922
Marcel Proust
Editorial Lumen
Traducció de Carlos Manzano
Aquí us transcric un passatge bellíssim en el qual narra amb una gran delicadesa i emoció el moment de la mort de la seva àvia. Jo, quan el vaig llegir, em vaig emocionar moltíssim:
“Cuando mis labios la tocaron, las manos de mi abuela se agitaron, un largo estremecimiento recorrió todo su cuerpo, ya fuera un reflejo a que ciertas ternuras tengan su hiperestesia, que a través del velo de la inconsciencia reconoce lo que apenas si necesitan los sentidos para amar. De repente mi abuela se irguió a medias, hizo un esfuerzo violento, como quien defiende su vida. Françoise no pudo resistir aquella vista y estalló en sollozos. Al recordar lo que había dicho el médico, quise hacerla salir de la alcoba. En aquel momento, mi abuela abrió los ojos. Me precipité sobre Françoise para ocultar su llanto, mientras mis padres hablaran a la enfermera. El ruido del oxígeno se había apagado, el médico se alejó de la cama. Mi abuela había muerto.
Unas horas después, Françoise pudo por última vez peinar –y sin hacerlo sufrir- aquel hermoso pelo apenas grisáceo y que hasta entonces había parecido de menos edad que ella, pero ahora, era el único que imponía, al contrario, la corona de la vejez en aquel rostro de nuevo joven, del que habían desaparecido las arrugas, las contracciones, las hinchazones, las tensiones, los repliegues, que desde hacía tantos años le habían añadido el sufrimiento. Como en los lejanos tiempos en que sus padres le habían elegido un esposo, tenía las facciones delicadamente trazadas por la pureza y la sumisión, las mejillas que brillaban con casta esperanza, un sueño de felicidad, de alegría inocente incluso, que los años habían destruido poco a poco. Al retirarse, la vida acababa de llevarse las desilusiones de la vida. Una sonrisa parecía posada en los labios de mi abuela. En aquel lecho fúnebre, la muerte, como el escultor de la Edad Media, la había acostado bajo la apariencia de una muchacha."
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Com és que utilitzeu la traducció de Manzano, tan criticada, i obvieu la de Salinas o la de Vidal Alcover?
ResponEliminaPerquè som bastant analfabets i autodidactes... I anem aprenent sobre la marxa...
ResponEliminaVidal Alcover és el d'aquella edició en tres volums de Columna en tela de color blau que val 120 eurillos? No és una traducció excessivament mallorquina?
De bon rollo: Perquè ets un anònim?
Toni F.